Primer Congreso «Creatividad y valores. Aplicación al desarrollo de la persona»
1 y 2 de octubre 2016
«Hoy hay mucha confusión. Pues hay que responder con más claridad y más decisión. Hoy hay indiferencia. Pues hay que responder con mayor amor a la verdad. Vivir para la verdad, de la verdad, en la verdad». «Hay que aprender a pensar bien, hay que descubrir el camino que hay que seguir para desarrollarse como persona». Son palabras del profesor López Quintás que reflejan el espíritu que alentaba a los congresistas, espíritu de reflexión, de gozo y, sobre todo, de compromiso.
Antiguos discípulos del profesor y alumnos de la Escuela de Pensamiento y Creatividad, algunos llegados desde el otro lado del Atlántico, expusieron muy interesantes experiencias personales en las que se había puesto de manifiesto la fecundidad del método quintasiano en distintos ámbitos de aplicación, desde el crecimiento personal hasta la fundamentación ética de la vida profesional y, por supuesto, en la enseñanza, escuela y universidad. Pero no fueron sólo recuerdos llenos de gratitud y cariño al maestro, sino, sobre todo, estímulos para reafirmarnos en nuestra responsabilidad de colaborar, cada uno en su área de influencia, en la renovación moral de nuestra sociedad. Porque ese Congreso no pretendía llegar a conclusiones de lo hecho, sino partir de realidades constatadas para reforzar o abrir cauces de «creatividad y valores» aplicados el desarrollo de la persona, como rezaba en su título. Así, los congresistas plantearon interesantes propuestas a la Fundación López Quintás, y ésta, a su vez, presentó una gran riqueza de oferta de actividades.
Nuestro más profundo agradecimiento al profesor, que impartió su magisterio con sabias advertencias sobre el peligro de la manipulación y nos abrió su intimidad en una cálida entrevista. Gracias también a los ponentes y fundamentalmente a todos los asistentes, porque ellos han sido la razón de ser de este Congreso. Muchas gracias por sus valiosas aportaciones y por su entusiasmo contagioso.
Ahora viene lo más importante, que es expandir los frutos de nuestro trabajo y reflexión de esos días y dedicar todos nuestros esfuerzos a conseguir que la mal llamada «cultura» de la muerte, el hedonismo y el relativismo que nos invade pase a ser la cultura del amor, la unidad y la solidaridad. Tenemos por delante un camino por recorrer, una labor apasionante que llevar a cabo, un lugar, la Fundación, en el que recalar para encontrarnos, retroalimentarnos, seguir profundizando en el pensamiento quintasiano como cauce e instrumento para el crecimiento personal y el desarrollo moral.